La Palabra del Domingo

José Enrique Ruiz de Galarreta sj nos ofrece en esta página una reflexión sobre las lecturas que propone la Iglesia para cada domingo.

            
DOMINGO 2º DE ADVIENTO - CICLO A
                                            5 de Diciembre de 2010

Los textos:

Del Libro del Profeta Isaías 11, 1-10
De la Carta de Pablo a los Romanos 15, 4-9
Del Evangelio de Mateo 3, 1-12

Para reflexionar:

El tema de fondo de este domingo nos obliga a repensar quiénes somos, como Juan el Bautista y Jesús les obligó a los judíos a preguntárselo. "Somos hijos de Abraham", decían orgullosamente aquellos "justos" judíos. Y pensaban quizá que con esto podían quedarse satisfechos. Pero Juan el Bautista proclama que esto no vale nada. Lo que valen son las buenas obras, los frutos.

Esto nos proporciona la oportunidad de pensar en nosotros mismos. El viejo catecismo empezaba preguntando: ¿Eres cristiano? Y respondíamos: "Soy cristiano por la gracia de Dios". Y aquí empiezan los matices. "Por la gracia de Dios" quizá significa para nosotros que nos creemos afortunados, agraciados, distinguidos... que somos más que otros que no han recibido esa gracia. Quizá pensemos que nuestra salvación es segura, puesto que conocemos a Dios.

Pero no es así. Conocer a Jesús, más aún que una enorme gracia, es un enorme compromiso. Ser cristiano es, por encima de todo, haber aceptado una misión, y una misión dura: ser como Jesús, trabajar por El Reino, vivir para el Reino. Esos son los frutos que se esperan de los que hemos recibido la gracia de la fe en Jesús.

Fue precisamente esto lo que más le costó entender a Israel, si es que lo entendió. Israel pensó siempre que él era "el pueblo elegido", preferido de Yahvé, que le hacía triunfar sobre los demás pueblos... los cuales no eran "el pueblo de Yahvé". Tan profunda era esta convicción que los primeros cristianos, los discípulos inmediatos de Jesús todavía tenían este problema. Por este problema tuvieron serias discusiones Pablo, Bernabé, Pedro y Santiago. ¿Hay que ser judío para ser cristiano? ¿Hay que circuncidarse y dar culto en el Templo de Jerusalén? El mensaje de Jesús ¿es para los judíos o para todos? Y es que Israel tuvo siempre la tentación de pensar que Dios era para él. Pero es al revés. Y esta es la esencia de nuestra reflexión.

Ser cristiano es aceptar la novedad de Jesús, la Gran Noticia, lo que Jesús llama "el Reino". La Gran Noticia del Reino es, simplemente: Dios, mi Padre, cuenta conmigo para trabajar por sus hijos. Esto es, a la vez, una enorme suerte y un enorme compromiso. Ser cristiano es haber sido elegido para un trabajo, y haberlo aceptado. La verdad es que hemos recibido mucho. Nos han dado la fe, el conocimiento de Jesús, hemos recibido la Palabra de Dios a espuertas, hemos celebrado miles de veces la Eucaristía, tenemos a nuestra disposición los formidables ejemplos de los santos, de tantos santos como hemos conocido y conocemos... Todo eso nos lo han dado, sin mérito alguno por nuestra parte. ¿De qué podemos presumir? ¿De haber recibido mucho? Es más sensato preguntarnos para qué nos lo han dado y para qué lo tenemos.

Y es que sentimos la tentación de considerar que lo que tenemos es mérito nuestro, y considerarlo como un seguro ante Dios: soy cristiano, cumplo los mandamientos, voy a misa... estoy en paz con Dios. Es exactamente lo que pensaban los fariseos y saduceos del evangelio de hoy: "Somos hijos de Abraham". Jesús desmontó esta mentalidad con la famosa parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18) El fariseo era "justo": conocía a Dios, conocía la Ley y la cumplía: se sentía en paz con Dios y le daba gracias: ¿qué hay de malo en ello? ¿Por qué es rechazado? Muy sencillo: pensaba que todo eso, el conocimiento de Dios y de la Ley, y su cumplimiento de la Ley eran sus méritos. Y no era así: todas esas cosas son los regalos que había recibido de Dios: no eran su haber sino su debe, un capital prestado, esperando que produjera intereses.

Aquí está la clave de "la elección". Elegidos para trabajar, hemos recibido medios para trabajar. Tenemos una viña, unas cepas, unos instrumentos de labranza... Y sonreímos felices pensando en la suerte que tenemos. Pero se espera de nosotros un buen trabajo, una buena cosecha. El evangelio de hoy es tajante: viene Jesús, a ponerlo todo en su sitio: viene a "limpiar la era", a aventar, para que la paja se la lleve el viento, para que quede el grano.

Pero esto, una vez más, es una fiesta, una liberación. Si nos sentimos justos ante Dios por ser cristianos y cumplir estrictamente todos los preceptos, nuestra religión se hace legal: cumplir y recibir premios - no cumplir y temer el castigo. No. Jesús ha ido mucho más lejos. Él nos trae "El Espíritu y el fuego", la revelación plena de quiénes somos: somos los hijos, que hemos aceptado voluntariamente, entusiasmados, el trabajo de nuestro Padre: sacar al mundo del pecado y del mal. Nuestro motor es el fuego, el amor de Dios. Hemos recibido el gran mensaje: Dios te quiere. Y eso lo cambia todo. Estoy comprometido en un gran proyecto, sé que Dios cuenta conmigo para ese trabajo, y que me da salud o enfermedad, o ciencia o habilidad o fe o capacidad de consolar... o lo que sea, para que me ponga a trabajar por el Reino. "Soy hijo de Abraham, soy cristiano" ya se puede decir sin petulancia, sin orgullo ninguno; solamente diciendo que sé para qué vivo y qué se espera de mí y que procuro esforzarme en responder a la confianza que han puesto en mí. Una liberación, y un compromiso, voluntario y apremiante. Es otra religión, lo de Jesús. El Pueblo elegido no es el pueblo preferido, sino el pueblo al que se exige más. La Ley no es una penosa obligación sino la luz para no errar, para poder ser libres. La Libertad no es poder hacer lo que me dé la gana, sino no ser esclavo del pecado, que me impide ser más.... Jesús lo cambia todo. Esto es lo que se divisa en las formidables palabras de Isaías, que sabía ya, setecientos años antes de Cristo, que lo de Dios era algo muy muy diferente. 


Para nuestra oración:


1.  CONTEMPLACIÓN

Orilla del Jordán. Juan, demacrado y poderoso, predicando a gritos la conversión. Mucha gente escuchando, aceptando la palabra, conmovidos, arrepentidos de su mala vida, reconociendo sus errores. Un grupo de sabios y justos curiosea, un poco aparte, haciéndose una idea de quién es ese Juan, si es de confianza.... Llego yo al Jordán, escucho sus palabras: "Convertíos, que está cerca el reino de Dios"...

¿Qué siento? ¿Me siento movido a cambiar mi vida? ¿Siento quizá que el mensaje es para otros, que yo no necesito conversión, que ya me sé todo esto, que ya estoy convertido, que ya me bautizaron?

2.  MEDITACIÓN

Ser cristiano, ¿me tranquiliza o me inquieta? Soy cristiano, gracias Dios mío, qué tranquilo puedo estar... ¿me estoy quedando con lo que Dios me da, sin pensar para qué me lo da? ¿Qué espera Dios de mí? Miro a mi alrededor: gente sin fe, gente sin cultura, gente sin principios morales.... ¿me creo más que ellos?

Todo lo que yo he recibido son semillas. Tengo una enorme cantidad de semillas... ¿qué enorme cantidad de frutos se espera de mí?

Los santos. Todos los santos han pensado de sí mismos que son los últimos, los más pecadores. Nosotros creemos que esto es humildad, incluso sospechamos que es "falsa humildad". No es así: es que han descubierto la verdad: que han recibido muchísimo y están más obligados que nadie.

3.  PETICIÓN

Pedir a Dios por la iglesia, para que sea humilde, para que ofrezca al mundo la Palabra sin creerse más que nadie.

Por los "importantes" de la iglesia: el Papa, los Obispos, los Teólogos.... Lo tienen difícil, porque han recibido mucho, muchas cualidades, mucha ciencia, mucha fe. Pedimos por ellos para que respondan a todo lo que han recibido, en servicio del Pueblo de Dios.

Por los que han recibido muchas cosas materiales, dinero, poder, influencia, talento... Lo tienen más difícil aún; es muy fácil disfrutar de todo eso sin sacarle rendimiento, sin ponerlo a rendir para el Reino. Es muy fácil que defrauden la confianza del que les dio todo eso.

SALMO  40

Oramos al Señor juntos, como iglesia; recitamos este salmo pidiendo al Señor que Él nos convierta, que no nos deje alejarnos de su Palabra...

En Dios pongo toda mi esperanza.
Él se inclina hacia mí y escucha mi oración.
El salva mi vida de la oscuridad,
afirma mis pies sobre roca
y asegura mis pasos.
Mi boca entona un cántico nuevo
de alabanza al Señor.
Dichoso el que pone en Dios su confianza.

No quieres sacrificios ni oblaciones

pero me has abierto los ojos,
no exiges cultos ni holocaustos,
y yo te digo: aquí me tienes,
para hacer, Señor, tu voluntad.

Tú, Señor, hazme sentir tu cariño,

que tu amor y tu verdad me guarden siempre.
Porque mi errores recaen sobre mí
y no me dejan ver.

¡Socórreme, Señor, ven en mi ayuda!

Que sientan tu alegría los que te buscan.
Yo soy pobre, Señor, socórreme,
Tú, mi Salvador, mi Dios, no tardes.


MIS PALABRAS PARA TI 

Suelo asistir a Misa los Domingos, gracias a Dios,
y siento la alegría
de escuchar la Palabra
de conocer a Dios
de creer en Jesús
de vivir en la Iglesia la Palabra.
Gracias a Dios, por tantas, tantas cosas.

Porque, si he de decir verdad,

yo no soy como tantos
que dedican la mañana del domingo a dormir
la juerga de la noche del sábado.
Gracias a Dios,

yo he recibido de mis padres
la fe, que me asegura, y da sentido
a todo lo que hago.

Gracias a Dios,
yo respeto la Ley, los mandamientos,
y procuro cumplir, y me arrepiento
cuando me alejo, pues mi carne es débil.
No tengo miedo a Dios, sé que perdona
y espero que al final
recibiré el perdón, el premio y el descanso,
gracias a Dios, mi Salvador.

Vivo en la viña del Señor, porque así lo ha querido

el Señor. Me ha elegido
para vivir así de bien, y conocerle.
Vivo en la Santa Iglesia, que es el pueblo
que el Señor ha elegido y preferido.
Puedo decir aquello de Jesús, tan admirable:
"Aquí el ciento por uno, y el futuro
asegurado en Dios: la Vida Eterna".

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(Y por las noches me revuelvo, inquieto
en mi cómodo lecho de creyente
y me pregunto por qué Dios es injusto
y me regala a mí y no a otros, y por qué me han dicho
que no se salvarán, pues no conocen
a Dios ni cumplen sus mandatos. Me pregunto
por qué todo es tan fácil: ser creyente
cumplir, arrepentirse, confesarse.....)

En el día del Juicio estaremos de pie ante el trono de Dios, pero mirando a la gente. Doscientos mil millones de desconocidos nos señalarán con el dedo y gritarán a Dios:

“¡A ésos les regalaste la luz y la palabra,
y no a nosotros!
¿De qué nos pides cuentas, si eres justo?
¡Pregúntales a ellos, a ver qué hicieron
con tu Luz y tu Palabra!".